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13 Una ley espiritual inquebrantable

Cruz de madera en una colina al amanecer con vista panorámica de una ciudad al fondo, cielo con nubes doradas y tonos cálidos que evocan un mensaje de esperanza y transformación espiritual.

La siembra invisible que marca el futuro

“Todo lo que el hombre siembre, eso también segará” (Gálatas 6:7). Pablo describe una ley tan firme como la gravedad: nuestras decisiones espirituales nunca son neutras. Cada actitud, hábito y prioridad es una semilla que dará fruto con el tiempo.

Pero esta no es solo una advertencia; es también una promesa. “El que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gálatas 6:8). Es decir, sí vale la pena sembrar bien.

Sembrar según el Espíritu

Sembrar según el Espíritu no es un acto aislado, sino un estilo de vida. Es decidir, en medio de la rutina y las relaciones cotidianas, vivir para agradar a Dios. Esta siembra no nace del esfuerzo humano, sino de la gratitud por la gracia ya recibida.

Pablo lo concreta en tres ejemplos:

  • Perseverar en el bien, incluso cuando no vemos frutos inmediatos (v. 9).

  • Amar activamente, especialmente a la familia de la fe (v. 10).

  • Sostener con generosidad a quienes enseñan la Palabra (v. 6).

Cada acto parece pequeño, pero en el tiempo de Dios produce una cosecha abundante y eterna.

Cuando la religión se vuelve estéril

En contraste, Pablo advierte sobre la siembra que lleva a destrucción. No se trata solo de pecados notorios, sino de vivir desde la carne: controlar la vida en nuestras fuerzas, buscar aprobación humana o confiar en rituales vacíos.

Los falsos maestros predicaban una religiosidad superficial, evitando el escándalo de la cruz (v. 12) y buscando reconocimiento externo. Pero esa siembra produce muerte espiritual. Solo el evangelio —centrado en la cruz— trae vida verdadera.

Jactarse solo en la cruz

“Jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (v. 14). Esta declaración resume todo el mensaje de Gálatas. Significa que nuestra identidad y seguridad no dependen de lo que hacemos para Dios, sino de lo que Cristo hizo por nosotros.

Ya no necesitamos impresionar ni cumplir expectativas externas. Somos nuevas criaturas (v. 15), libres del poder del mundo, sostenidos por la paz y la misericordia que provienen del evangelio (v. 16).

No te canses de sembrar bien

Quizá hoy te sientes agotado, sembrando sin ver frutos. Oras, sirves, das lo mejor en tu familia o ministerio… y parece que nada cambia. Pablo te anima: “No nos cansemos de hacer el bien, porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (v. 9).

Dios es fiel. La semilla sembrada en fe, aunque tarde en brotar, dará fruto. No solo en lo externo, sino en lo más profundo de tu ser: humildad, gozo, paz y perseverancia. Esa es la verdadera recompensa de sembrar según el Espíritu.

Una conclusión que lo une todo

La vida cristiana no es una búsqueda de resultados rápidos, sino una fidelidad diaria a la gracia. Toda la carta de Gálatas converge en esta verdad: la cruz de Cristo nos libera de la esclavitud de la carne, del legalismo y de la inseguridad, para darnos una vida nueva en el Espíritu.

Cada decisión es una semilla. Siembra en el Espíritu, confía en el proceso y espera la cosecha eterna. Tal vez hoy puedas orar: “Señor, enséñame a sembrar en ti, a descansar en tu cruz y a perseverar sin cansarme”. Esa es la vida abundante que florece cuando la gracia echa raíces.

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