Seleccionar página

Articulo

01 Cuando la Biblia recupera su voz

Retrato conmemorativo del 508 aniversario de la Reforma Protestante, mostrando a cinco reformadores con expresiones solemnes y vestimenta histórica, sobre un fondo oscuro con iluminación cálida que resalta la seriedad espiritual del momento.

Cuando las voces se multiplican

Hay días en que todo parece tener una respuesta. Un video viral promete “el secreto para tener paz”, un libro habla de “manifestar tus sueños”, y hasta las redes se llenan de frases que suenan espirituales pero no saben a evangelio. En medio de tanto ruido, es fácil perder de vista lo que realmente sostiene la fe.

Tal vez te ha pasado: buscas dirección, abres tu teléfono, escuchas consejos, pero sientes que ninguno termina de calmar tu corazón. Entonces surge la pregunta que cambió la historia hace quinientos años: ¿a quién voy a escuchar?

En el siglo XVI, Martín Lutero también vivía entre muchas voces. La religión de su tiempo había acumulado tradiciones, indulgencias y mandatos humanos que prometían acercar a Dios, pero que en realidad lo habían ocultado detrás de rituales. Cuando Lutero descubrió en la Biblia que “el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17), algo se encendió dentro de él: la Palabra había recuperado su voz. Y cuando la Biblia habló de nuevo, el mundo cambió.

La Reforma que comenzó con una página abierta

El principio que sostuvo a Lutero frente a reyes, concilios y amenazas se resumía en una frase sencilla: Sola Scriptura, “solo la Escritura”. No significaba desprecio por la historia o la tradición, sino reconocer que la autoridad final sobre la vida y la fe no está en ningún hombre, sino en la Palabra de Dios.

En 1521, ante la Dieta de Worms, Lutero pronunció una de las frases más valientes de la historia: “Mi conciencia está cautiva a la Palabra de Dios… no puedo ni quiero retractarme de nada”. No hablaba desde orgullo, sino desde obediencia. Había encontrado en la Biblia algo que ninguna institución podía darle: verdad que libera.

El eco de aquel momento todavía resuena. Cada vez que un corazón cansado abre las Escrituras buscando a Dios, la Reforma sigue viva. Cada vez que alguien decide creer lo que la Biblia dice por encima de lo que siente o escucha, la Palabra vuelve a ocupar su trono.

Los reformadores insistieron en que la Biblia no era solo para teólogos o sacerdotes, sino para el pueblo. Por eso la tradujeron, la enseñaron y la defendieron. Sabían que cuando la Escritura se apaga, la fe se apaga también. Pero cuando vuelve a iluminar, todo se transforma: la mente, el hogar, la iglesia, la cultura.

Cuando la verdad se vuelve relativa

Cinco siglos después, la pregunta de Lutero sigue siendo urgente. Hoy no son las indulgencias lo que amenaza nuestra fe, sino el relativismo: esa idea sutil de que “cada quien tiene su verdad”. Muchos ya no niegan a Dios, simplemente lo moldean a su gusto. El resultado es una espiritualidad a la carta, donde lo que incomoda se omite y lo que agrada se enfatiza.

Pero Dios no nos dejó a la deriva. Pablo escribió: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir y para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16–17). En esas palabras hay una invitación poderosa: la Biblia no solo informa, forma.

Cuando dejamos que ella nos corrija, aunque duela, comenzamos a ser moldeados a la imagen de Cristo. Y cuando la obedecemos, aunque el mundo nos tache de anticuados, descubrimos una libertad que no depende de modas. La verdad bíblica no cambia con las encuestas ni con los algoritmos: es la misma que sostuvo a Lutero, a los bereanos (Hechos 17:11) y a todos los que aman al Señor más que a la aprobación de los hombres.

Una fe que escucha antes de hablar

Volver a la Palabra no es solo leer más, sino escuchar mejor. Hay una diferencia entre tener una Biblia en la mesa y tenerla en el corazón. Muchos creyentes hoy enfrentan el mismo peligro que la iglesia medieval: dejar que otros piensen por ellos. Los reformadores lucharon para que cada creyente pudiera abrir la Escritura y encontrarse con Cristo sin intermediarios humanos. Ese privilegio sigue siendo nuestro.

Tal vez lo que más necesita la iglesia contemporánea no es un método nuevo, sino una confianza renovada en lo antiguo. La Biblia sigue siendo suficiente. No necesita ser reinventada, sino redescubierta. Sus páginas contienen la voz que consuela al abatido, confronta al orgulloso y anima al cansado.

Si alguna vez has sentido que tu fe se enfría o tus decisiones se vuelven confusas, vuelve a la fuente. No busques un mensaje más atractivo, sino una verdad más profunda. Dios no se ha quedado en silencio; su Palabra sigue hablando con poder.

Cuando la Biblia dirige tus pasos

Imagina lo que pasaría si cada hogar creyente hiciera de la lectura bíblica algo tan habitual como revisar el teléfono. Si en lugar de buscar consejos rápidos en redes, abriéramos el Salmo 119 para recordar: “Tu palabra es lámpara a mis pies y lumbrera a mi camino” (v. 105). Si antes de tomar decisiones preguntáramos: “¿Qué dice la Escritura?”.

Eso es Sola Scriptura en acción: no solo un lema histórico, sino una manera de vivir. No se trata de saber más, sino de dejar que la Palabra nos reeduque el corazón.

Hoy, cuando la verdad se negocia y la fe se diluye, Dios sigue llamando a su pueblo a ser una comunidad que escucha. Que examina todo a la luz de la Escritura y se deja reformar continuamente por ella. Porque una iglesia que vuelve a la Palabra vuelve a Cristo, y donde Cristo gobierna, hay luz, libertad y esperanza.

Comparte la verdad bíblica de manera clara y práctica por medio de plataformas digitales. Su deseo es inspirarte a vivir la Palabra de Dios en lo cotidiano, mostrando cómo cada enseñanza puede transformar tu vida diaria y fortalecer tu fe.

Relacionados

Recibe los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.