a

Menu

13 ¿Qué estás sembrando hoy?

por | Jul 11, 2025

Cruz de madera en una colina al amanecer con vista panorámica de una ciudad al fondo, cielo con nubes doradas y tonos cálidos que evocan un mensaje de esperanza y transformación espiritual.

Una ley espiritual inquebrantable

“Todo lo que el hombre siembre, eso también segará” (Gál. 6:7). Esta afirmación de Pablo es una de las más prácticas y reveladoras de toda la carta a los Gálatas. Nos habla de una ley tan firme como la gravedad: la ley espiritual de la siembra y la cosecha. En la vida cristiana, nuestras decisiones no son neutras. Lo que sembramos hoy —en actitudes, hábitos, relaciones y prioridades— está formando la cosecha que recibiremos mañana.

Pero esta enseñanza no es solo una advertencia. Es también una invitación esperanzadora. Pablo no solo dice que podemos cosechar destrucción si vivimos según la carne, sino que hay una promesa gloriosa: “el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna” (v. 8). En otras palabras: ¡sí vale la pena sembrar bien!

Sembrar según el Espíritu: un estilo de vida

Sembrar según el Espíritu no es un evento puntual, es una manera de vivir. Es decidir cada día —en medio de las rutinas, los desafíos laborales, las relaciones familiares— que queremos agradar a Dios. Esta siembra nace del evangelio, no del esfuerzo humano. Pablo ha sido claro en toda la carta: no se trata de ganar nuestra salvación por obras, sino de responder con gratitud a la gracia recibida.

Vivir así implica:

  • Perseverar en hacer el bien, aun cuando no veamos resultados inmediatos (v. 9).
  • Amar activamente a los demás, especialmente a la familia de la fe (v. 10).
  • Aportar con generosidad al ministerio y a quienes nos instruyen en la Palabra (v. 6).

Cada una de estas acciones es una semilla. Puede parecer pequeña, insignificante, sin fruto visible. Pero con el tiempo —y Dios mediante— brotará una cosecha abundante y eterna.

La trampa del legalismo y la superficialidad

En contraste, Pablo advierte contra la siembra que produce destrucción. No se refiere solo a pecados evidentes, sino al vivir desde la carne, es decir, desde un deseo de controlar nuestra vida, ganar aprobación humana o lograr justicia por nuestras propias obras.

Los falsos maestros en Gálatas predicaban una religiosidad externa, enfocada en reglas y apariencias. Querían evitar la persecución que viene con predicar la cruz (v. 12), y buscaban jactarse de sus “resultados”. Pablo responde con contundencia: eso no es el evangelio. Esa siembra produce desintegración espiritual, aun si luce “religiosa”.

Jactarse solo en la cruz

Pablo nos da una clave poderosa: “Jamás se me ocurra jactarme de otra cosa sino de la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (v. 14). ¿Qué significa esto en la práctica?

Significa que nuestra identidad, nuestro valor y nuestra seguridad vienen de lo que Cristo hizo por nosotros, no de lo que nosotros podemos hacer por Él. Ya no vivimos para impresionar al mundo ni para cumplir expectativas religiosas vacías. Vivimos como nuevas criaturas (v. 15), libres del poder del mundo, motivados por el amor y no por el miedo.

Cuando te jactas en la cruz, dejas de depender de tu rendimiento espiritual y comienzas a vivir en la paz y la misericordia que provienen del evangelio (v. 16).

No te canses de sembrar bien

Quizás estás en un momento donde no ves los frutos. Has estado orando, sirviendo, dando lo mejor en tu familia o tu ministerio… pero parece que nada brota. No te desanimes. Pablo lo dice con ternura: “no nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos” (v. 9).

Dios es fiel. La semilla que siembras con fe, aunque tarde en crecer, dará fruto. Y no solo verás cambios externos —en otros o en tu entorno— sino una transformación interna: carácter más humilde, gozo más profundo, paz más firme. Esta es la verdadera recompensa de sembrar según el Espíritu.

Aplicación práctica

  • Revisa tu siembra: ¿Qué hábitos, prioridades y actitudes estás cultivando hoy?
  • Haz ajustes: Si identificas áreas donde estás sembrando “para la carne”, pídele al Espíritu que te guíe a cambiar de rumbo.
  • Persevera: No esperes resultados inmediatos. Confía en el proceso. Dios ve y honra cada semilla sembrada con fe.

Conclusión:
La vida cristiana no se trata de resultados rápidos, sino de fidelidad diaria. Cada decisión es una semilla. Siembra según el Espíritu, y cosecharás vida —vida plena aquí, y vida eterna por venir. ¿Qué estás sembrando hoy?

Armando Illas

Comparte la verdad bíblica de forma clara y práctica, a través de plataformas digitales, buscando inspirarte a integrar la Palabra de Dios en tu vida diaria.